Era un viernes corriente del mes de marzo, un día más de la semana. Me propusieron visitar una residencia de ancianos, y allí me planté, con varios compañeros de clase y algún profesor.
Cuando llegué a la casa, pensé: ¿Qué pinto yo aquí?. Y nada más pasar a la sala donde acompañábamos a los ancianos, me di cuenta. Estaba haciendo feliz a una persona mayor. Me “tocó” una mujer de 70 años, que sufría Alzhéimer. Esta señora no tenía familia que le acompañara, más que una hija que vivía en otra ciudad.
La mujer era muy simpática, se llamaba María y vivía en La Castellana, pero la pobre mujer iba todos los días a la casa de los ancianos para tener compañía y aguantar como podía su enfermedad.
Además de hacer compañía a María, pasé un buen rato con otra mujer que no escuchaba, por tanto nunca pude saber su nombre, pero le pegaba todo que se llamara Paquita.
Borja Díaz-Guardamino, 1º ESO E
Hemos tenido la suerte de visitar una residencia de ancianos, a los que hemos “ayudado” en medida de nuestras posibilidades. Les ayudamos a hacer sus deberes, aunque para nosotros eran tareas chupadas que hicimos cuando estábamos en infantil. Nos dio igual, lo hicimos por ayudarles.
Nos lo pasamos muy bien, ya que los comentarios que hacían eran divertidísimos. Nos chocó tanto su situación, que volvimos en el coche con la música apagada, mientras que a la ida, aprovechamos el viaje para preparar nuestro propio concierto sobre ruedas. Volvimos al colegio hablando de las cosas divertidas que nos habían pasado; unos nos habíamos hecho expertos en jamón, otros conocieron antiguas actrices, ingenieros o pintores retirados. Pero sobre todo, no pudimos decir nada malo, todo fue fantástico.
Por todo ello, quiero dar las gracias por la gran aventura que pasamos.
Jaime Novales, 1º ESO