Aquí puedes ver un álbum de fotos del Campo de trabajo en Sudáfrica.
Crónica 8 y última desde Barkly: ojalá no se nos olvide lo que hemos vivido aquí
No os podéis hacer idea de la cantidad de objetos que caben en una maleta. Algunos hemos descubierto hoy el espacio casi infinito que hay dentro. Tras el último día de trabajo toca recoger, pero, ¿cabrá ahí el resultado de quince días de experiencia africana? Tras el largo viaje de regreso, todos tendremos el recuerdo de haber vuelto con un equipaje mayor del que llevaron al partir. Podéis imaginar muchas de las cosas que llevarán. Pero las mejores permanecerán invisibles a los ojos de aquellos que no han vivido la aventura. He aquí algunas muestras.
Josep vive en el township. Tiene casi 60 años, aunque aparenta muchos más. Negro, calvo, escuálido. Viste con unos vaqueros gigantes y una camiseta gris medio rota. Va sucio y desprende un profundo hedor. No recibe ayudas estatales y su hijo le ha abandonado. Es alcohólico. Vive solo. Ayer un grupo fue a pintar su casa. Nos llamó la atención la profunda tristeza que mostraba su rostro. Cuando llevábamos ya un rato ahí, Rodrigo García decidió hablarle. Le preguntó por su nombre y con Juan González le cantaron canciones. En definitiva, le dieron calidez humana, algo que Josep no experimentaba desde hacía tiempo. Aunque fue solo un rato, a Rodrigo se le ha quedado grabada de por vida la sonrisa de felicidad de Josep y su afectuoso saludo de despedida.
En la maleta también caben historias de gratitud, como la que vivieron d. Juan y Juan Luis hace tan solo dos días. Un hombre negro de 50 años, con forro polar y entrado en carnes, se les acercó. No sabemos su nombre. Calvo y con un rostro afable, quiso agradecerles como ciudadano la excepcional labor y el bien que estábamos haciendo. A esa persona, como a tantas otras, le ha sorprendido que un grupo de blancos venga a ayudar a unos negros. Eso, remarcó, no lo había visto en toda su vida. Les preguntó nuestra religión. Católicos, respondió Juan Luis. El hombre les aseguró que rezaría a Dios por nosotros. Tras andar diez metros se paró, dudó y volvió sobre sus pasos. Les preguntó si conocían la figura de Mandela. Decía que la gente solo suele compartir sus mejores vivencias con aquellos que juzgan merecedores de tal privilegio. Fue solo una persona, pero su voz era la voz de un pueblo agradecido.
Otra historia de gratitud la ha vivido Quique Plaza en el hospital. Ahí nuestra labor se ha centrado en limpiar todas las dependencias. Más que el acabado final, el objetivo ha consistido en concienciar a los residentes y a los que trabajan ahí de la importancia de la limpieza. El nivel, tanto en el trato personal como en los servicios ofrecidos, puede mejorar si se cuida la higiene. Tras desinfectar una sala de enfermos, un miembro del personal sanitario le pidió a Quique que por favor no se marcharan. Y si lo hacían, que volvieran. Eso le conmovió. Quique vio en sus ojos el reconocimiento de la labor que durante varios días hemos realizado.
Pepe del Río ha tenido que añadir una preciada carta a su equipaje. El pasado viernes estaba algo resfriado y se quedó en el colegio donde nos hospedamos. A media mañana, salió, guitarra en mano, al patio del edificio para componer una canción. Pasados unos minutos estaba rodeado por varios estudiantes. De ese encuentro nació una amistad. Snethemba tiene 16 años y es el número uno de su promoción. Tras hablar un rato con él, Pepe descubrió que estaba desmoralizado. Snethemba no tiene padre. Ve poco a su madre y, como duerme en el colegio, no tiene mucho trato con ella. Tan solo tiene un amigo. Duda de que todo el esfuerzo que está invirtiendo en formarse merezca la pena. En Sudáfrica los trabajos dependen del gobierno. Eso implica que la iniciativa individual para formar un negocio es nula. Los ciudadanos están desanimados: sin la ayuda del Estado no saben qué hacer. Pepe le dio varios consejos para salir adelante: ir a la universidad, realizar un Erasmus, no centrarse solo en lo que el gobierno le podía dar, etc. Snethemba quedó emocionado. A los dos días Pepe se encontró una carta suya en la habitación. Se había ido a casa tras acabar el curso y le agradecía lo mucho que le habían ayudado sus palabras. Acababa diciéndole que ahí tenía un amigo.
Hay historias que se guardan para uno mismo por su valor emocional. Otras que se pueden contar. Otras, que se deben contar. Una de éstas es la de d. Pedro Marcos y Gonzalo Maortua. En su trabajo en el hospital conocieron a Ryan, blanco de 55 años. Estaba ahí porque tenía un cáncer en la rodilla: en dos semanas se la amputarán. Es católico, aunque no está muy unido con su familia. Para que os hagáis una idea, ha tenido que pedirle al hospital que le den unas horas para poder, en su estado, ir a cuidar a sus gallinas. No se lo puede pedir a su hija. Vive atormentado por su pasado, y quiso contárselo de un modo peculiar. Cogió una hoja y la dobló formando un avión. En la punta iba Jesús; él, en la parte trasera. Explicaba que el centro de su vida había sido Cristo, pero que él había cometido muchos errores. En ese momento arrancó una de las alas de papel. Siguió narrando sus tropiezos de antaño, y rompió el ala que quedaba. Gonzalo, le preguntó: ¿y qué espera de la vida? Ryan respondió: probablemente acabaré en un lugar que nunca conoceréis, y mientras decía eso formó la palabra hell (infierno) con el papel de las alas caídas. Sin embargo, a pesar de todas las adversidades, afirmó Ryan, nunca iba a perder la esperanza en lo que le quedaba de vida porque su guía estaba ahí. Y señalando el pico del avión, lo desdobló quedando la imagen de la Cruz. Esa historia se la habían explicado hacía tiempo con el deseo de que formara una cadena y la fuera transmitiendo. Eso es lo que han hecho d. Pedro Marcos y Gonzalo con su testimonio.
Esta es una parte del valioso equipaje que llevamos de vuelta. La otra, la iremos descubriendo cuando lleguemos y abramos nuestras maletas. Desde luego, a todos no ha impactado este campo de trabajo. De un modo u otro, nos ha transformado. Hay ganas de volver a Madrid, sin duda. Pero nos vamos sabiendo algo fundamental: siempre nos quedará Barkly East.
Crónica 7. Descubriendo lo que tenemos: ¡Gracias, padres, por habernos enviado a Retamar!
Hoy era el dia. A primera hora de la mañana se hacían públicas nuestras notas de Selectividad. La tensión se palpaba en el ambiente: el miedo a no aprobar, a no llegar a la media necesaria, a perder una beca…
Los ánimos de todos estaban dominados por esa incertidumbre. Hasta que llegaron las noticias. Y, para alegría de todos, nuestra promoción deja el Colegio por la puerta grande, con el 100% de aprobados en las PAU y con algunas calificaciones notoriamente altas. Gracias, profesores, por la buena preparación. Ha sido todo un placer.
Pero la lección del día ha venido después. Cuando hemos visitado la escuela pública del township —donde un grupo hemos pasado el día entero— todo ha conseguido conmovernos. El contraste entre los 12 años pasados en Retamar, nuestro Colegio, con lo que allí hemos visto y vivido nos permite darnos cuenta de que todo agradecimiento a nuestros padres por haber hecho el esfuerzo de llevarnos a Retamar es poco.
Durante estas horas hemos compartido culturas, hemos entonado himnos sudafricanos, hemos intercambiado palabras en africano y en español… Hasta nos hemos dejado ganar por los niños en un partido de fútbol en el patio. Otra gran experiencia que nos llevamos a casa.
Una vez más, gracias.
Y “gooi naand”, es decir, buenas noches.
Crónica 6. Cubrimos aguas en el edificio y nos volcamos con el “township“
Llegamos a los últimos cinco días de trabajo y se empiezan a notar las bajas por cansancio y lesiones. Ayer celebramos el cumpleaños de d. Juan Navalpotro, nuestro gran jefe, y hubo un festival de lo más cómico: magia, canciones, y una genial representación de una junta de evaluación. Hasta d. Pablo Méndez se animó a hacer de Risto Mejide.
Tras haber levantado el esqueleto de la casa, hoy tocaba ponerle las paredes de madera, lijarlas y pintarlas. Gonzalo Maortua ha liderado el equipo que al final del día ha acabado poniendo el tejado. D. Luis ha insistido en que a eso se le llama “cubrir aguas”, y se termina poniendo una bandera. Así que la nuestra, como no podía ser de otro modo, está visible en lo alto.
A primera hora, d. Juan, d. Pedro Marcos, Felipe Vispo y Nacho Martín-Borregón han ido a la radio. Respondiendo a preguntas de los periodistas, han explicado qué hacemos aquí y cuál es el espíritu de nuestro voluntariado.
El grupo de zanja, encabezado por Raimundo Alonso, ha avanzado velozmente. Hoy han empezado con la ampliación de la cocina y ya están puestos los primeros ladrillos. Por supuesto la supervisión de todo corre a cargo de nuestro arquitecto, d. Luis Fragío.
Los “termitas” han apartado los escombros a un lado para facilitar las labores. Y otros han proseguido con la labor fuera del terreno: en la escuela y en el township.
El township es un conjunto de chabolas situado en la zona marginal del Barkly East. Es un conglomerado de chapa y adobe que ofrece unas condiciones de vida pésimas. No tienen alcantarillado ni agua corriente, así que podéis imaginaros cómo son las condiciones higiénicas: en los interiores sucios se encuentran ratones, arañas y cucarachas. Sus habitantes, todos de raza negra, luchan diariamente contra el hambre y el sida.
Antes del campo de trabajo creíamos que tras el apartheid, blancos y negros convivían felizmente, pero la realidad que vemos es otra. No hay odio ni exclusión social, pero todavía queda resentimiento y apenas se relacionan entre ellos. Por esto, nuestra labor en el township es importante. Como aquí los blancos no ayudan a los negros, ver a varios jóvenes limpiar y pintar las casas de aquellos que han sido olvidados por la sociedad, de aquellos que no tienen esperanza alguna en lo que les queda de vida, de aquellos cuya miseria les ha consumido, es un golpe de efecto significativo.
Igual no romperemos el muro social que todavía existe, pero sí nos sentimos orgullosos de estar dejando una importante grieta. Y puede ser el primer paso.
Crónica 5. Completamos la estructura del nuevo edificio
Llevamos ya una semana en Barkly y todo va sobre ruedas. Las obras han avanzado muy rápido y la estructura de la casa se alza sobre el jardín. Durante la semana que viene terminaremos por completo la obra, tal y como habíamos prometido.
En los columpios de los niños del orfanato ondea majestuosa la bandera de España: así jamás olvidarán la labor que unos españoles hicimos durante su invierno de 2014.
José María Alesanco, con la ayuda de su equipo, trajo leña suficiente para abastecer a todo el orfanato por mucho tiempo.
Hoy hemos patrullado el poblado entero recogiendo la basura de las calles. Varios nativos se nos han unido, y los que no, observaban asombrados el hecho de que 60 jóvenes recogieran su basura. Sí, poco a poco van asumiendo que el voluntariado existe.
Ayer algunos de nosotros tuvimos el placer de asistir a un Congreso en el Ayuntamiento, en el que se reunieron diferentes grupos de jóvenes. Lo montaron con la idea de que los alumnos de Retamar les aportáramos las pautas del éxito, pero fueron ellos los que nos aportaron la esperanza. Vimos que son una nación en la que el analfabetismo, el embarazo juvenil, el crimen, la droga y el sida ha devastado los pilares de lo que es una auténtica civilización, pero a la vez pudimos comprobar que son una nación en la que los jóvenes no han perdido la esperanza en salir adelante. Nos alentó mucho ver su optimismo de cara al futuro y la confianza que mostraban en sí mismos para sacar adelante Sudáfrica. Todo un ejemplo.
Los alumnos de Retamar seguimos exportando fútbol español. El pasado día vencimos al Barkly F.C. con una defensa férrea, y hoy hemos jugado un partido entre españoles en uno de los campos más impresionantes que hemos conocido, presidido por las majestuosas montañas sudafricanas y las impactantes favelas de la zona humilde del pueblo.
Por otra parte, hemos de resaltar las celebraciones de cumpleaños que están teniendo lugar. Mariano Olaso, Íñigo Bunzl e Íñigo Aranguren han disfrutado de los festejos que hemos montado: buena música, de la mano de Pepe del Río y otros, una inmejorable compañía y un toque mágico aportado por el inigualable Alejandro de Torres, todo ello regado con uas cervecitas.
Además Pablo Tavira ha organizado un torneo de mus en el que la competitividad está a flor de piel. Como era de esperar, d. Jesús Baiget e Ignacio Ramos han caído en la primera ronda.
Nos despedimos de vosotros, con los suaves ronquidos de fondo de Jaime Mesquida, que va a conseguir que sus compañeros de habitación le despierten a almohadazos. Buenas noches.
Crónica 4. La recepción oficial en el Ayuntamiento de Barkly y la derrota en Maracaná
¡Hola! O, como dicen aquí, “Molueini”. Es la primera palabra que hemos aprendido en el campo de trabajo. El día de hoy ha sido diferente. Hemos tenido el privilegio de ser recibidos de forma oficial por el Alcalde en el Ayuntamiento.
Allí asistimos a la representación de un grupo de lugareños que realizaron un baile típico de la zona. Hasta el propio Alcalde se unió al ritual. Después de numerosos discursos muy emotivos, incluyendo el pronunciado en perfecto inglés por don Juan Navalpotro, se procedió al intercambio de regalos.
En cuanto al trabajo, los alumnos más fornidos, encabezados por Fernando Martínez de Aspe y Miguel Fuentes, cavaron la zanja que más tarde sostendrá los cimientos del edificio, fabricados con las sorprendentes dotes de Gonzalo Pampillón en la cementera.
Mientras tanto, los más interesados en las ciencias biomédicas, realizaron una visita guiada al hospital del pueblo.
Tras reponer fuerzas con unas buenas chuletas de cerdo, algunos de nosotros tuvimos la posibilidad de disputar un partido de fútbol contra el equipo local de la ciudad. A pesar de sus patadas, sus increíbles aptitudes para la velocidad, y la estrecha amistad que mantenían con el árbitro, conseguimos mantener la dignidad, que unas horas más tarde perdería nuestra selección nacional. Todo fue posible gracias al gol de Rafa Ibáñez y a las espectaculares paradas de Luis Maldonado.
Para tranquilizar los nervios previos al partido, los alumnos de BI celebraron el cumpleaños de su querido profesor don Javier López Balda jugando al Apalabrados.
Y, como no todo el monte es orégano, este increíble día finalizó con la derrota de España, que nos dejó unas caras algo más largas en alguno de nosotros.
Buenas noches desde Barkly East.
Crónica 3. “Una de las experiencias más fuertes de nuestras vidas”
Comienzan las emociones fuertes en el campo de trabajo. La zona de acción ha salido del perímetro del orfanato con el fin de que nuestra labor llegue a cada rincón de este lugar.
Un grupo de 10 alumnos, liderados por Pablo Méndez, se ha encargado de ir a las afueras del pueblo a enyesar y pintar la casa de una de las familias más necesitadas de Barkly. Ha sido una de las experiencias más impactantes de nuestras vidas: el contacto con un nivel máximo de pobreza y haber pasado un día entero en su hogar, conociendo la precariedad de su rutina, nos ha dado mucho en qué pensar, sobre todo porque nunca pierden la sonrisa.
Otro grupo, más reducido, ha visitado la escuela del pueblo y ha estado acompañando a los niños, que al final de la actividad les pedían que no se marchasen.
Otros, guiados por un local, han visitado todo el pueblo. Esta actividad, aunque sea más cultural, también ha impactado mucho. Aquí casi todo nos sorprende, esto es una constante aventura.
Por otra parte, Luis Fragío ha puesto a su cuadrilla a pintar paredes en el orfanato, en un color rosa pálido nunca visto por aquí.
Iremos rotando en estas actividades, para que todos podamos disfrutar de ellas.
Nos despedimos de vosotros como cada noche, con Jaime Ramos haciendo su tabla de gimnasia para no perder la forma. Buenas noches.
Así ve la prensa local el Campo de trabajo

En este enlace está la página completa de la portada del Periódico local
Crónica 2: Nuestro primer día en Barkly

Después de 36 horas de viaje, llegamos a Barkly. El recibimiento fue muy cálido, en contraste con el intenso frío (tranquilas, madres: estamos bien abrigados). Tras la cena y nuestra primera misa sudafricana (muy musical), nos fuimos a dormir. El primer día de trabajo no ha dejado a nadie indiferente.
Después de un buen desayuno de huevos revueltos y bacon hemos sorprendido a los encargados del orfanato realizando el trabajo previsto para dos días en uno solo.
Por nuestra parte, lo de siempre: algo de caos y falta de herramientas, pero se ha demostrado que nada nos detiene.
El alcalde nos ha dado la bienvenida oficial y nos hemos dado cuenta de la situación real en la que se encuentra Barkly, donde el voluntariado no existe más allá de los alumnos de Retamar; por eso es tan importante nuestra labor aquí.
En la comida ofrecida por el alcalde hemos conocido la gastronomía tradicional, como pueden ser las tripas de oveja o la cerveza de gengibre.
Hemos terminado el día con un empate a tres en el derbi futbolero entre españoles y locales. Pero, en cuanto nos acostumbremos a la dureza de su juego, sólo tendrán lugar las victorias, a pesar del cansancio por el trabajo diario.
Los candidatos al “premio turista” de hoy son Ignacio Rodríguez Toquero, Jaime Machado y Rodrigo de Sebastián, por sus esfuerzos en el reconocimiento del territorio.
Mañana habrá más candidaturas a nuevos premios.
Buenas y frías noches desde Sudáfrica.
Crónica 1: Ya estamos en camino

Setenta alumnos de 2º de Bachillerato se han ido a un campo de trabajo en Sudáfrica en cuanto han acabado los exámenes de Selectividad. 70 es algo más de la mitad de la promoción. Muchos más han querido ir, pero no ha sido posible. Con ellos nos vamos todos. Han sido muchos años de apoyar ese proyecto.
Un campo de trabajo no es cómodo. Es trabajar dura y físicamente, en ocasiones de sol a sol. Cansa. No puedes hacer lo que te apetezca cuando te apetece. No hay comodidades. No hay caprichos. No hay cobertura.
Hay que vencer crisis. Hay que darse a los demás continuamente. Se trabaja para hacer la vida más agradable a otros, que tienen menos y a quienes seguramente no volverán a ver en su vida. Además, hay que estar pendiente del compañero. Hay que ceder. Hay que colaborar. Hay que pisotear el propio yo muchas veces al día. Hay que superarse y vencerse continuamente. Nadie puede ser el eslabón más débil de la cadena. Pero hay que estar atentos al eslabón débil para ayudarle.
Y como vale la pena, saben que ese esfuerzo es más que simplemente divertido: te hace feliz, que es mucho más profundo.
Sudáfrica puede sonar exótico y atractivo; y lo es. Pero el poblado al que vamos no deja de ser un sitio pobre, incómodo, seco y polvoriento. No es Ibiza.
Y van porque quieren. Porque quieren empezar a dar de lo mucho que han recibido. Porque asumen un reto. Porque es lo último que van a hacer juntos.
La alternativa era mucho más cómoda.
No siempre hay que esperar a que ocurran las cosas para que sean noticia. Y hay veces que la noticia no es lo que parece.